domingo, 8 de abril de 2012

El milagro de la Vida

La cosa más rara de todas, más que lo que hay después de la muerte, más que los alienígenas, es la vida en sí misma.

Antes de que naciéramos: ¿dónde estábamos?, ¿no éramos nada? Y de pronto llegamos a este lugar soberbio, magnífico, vemos la luz, lo sentimos todo, y ¿qué hacemos?: nos encerramos en una burbuja a ocuparnos y preocuparnos de nuestra pequeña circunstancia inmediata, teniendo ante nuestros ojos, inteligencia y sensibilidad: ¡Todo el Universo!
Coincidimos con muchos seres semejantes (también dotados de inteligencia y sensibilidad) en este momento del devenir del mundo, y ¿qué hacemos? los ignoramos, dejamos ir la posibilidad de enriquecernos con ellos, de ayudarnos con ellos...
Ni hablemos del planeta; el único planeta con vida, con cascadas, con montañas nevadas, con flores, con sinnúmero de otras formas de vida complementarias en la ardua tarea de hacer y mantener una biosfera, y ¿qué hacemos? Al planeta lo usamos, lo ensuciamos; a la flora y la fauna la eliminamos.
Nos es dada una oportunidad, un plazo, puede ser de 80 años, de 50, de 20, de unos pocos días. ¿Cuánto de ese tiempo dado lo empleamos para enterarnos para qué y porqué nos fue dada esta extraña oportunidad?
Y por si fuera poco habernos dotado de un cuerpo físico, por lo común sano, rebozante de energía, de entusiasmo, de capacidad para sentir placer, de inteligencia y de conciencia, además y como si fuera poco, se nos ha concedido un talento.
Y a tal punto menospreciamos el talento que a veces ni lo reconocemos en nosotros mismos; y supongamos que sí, pero por lo común no saben de nuestro talento los que nos rodean, y nosotros no sabemos los de ellos.
Se declaran guerras (siempre estúpidas e innecesarias) y se matan a miles y millones de personas; indiferentes a los talentos que han sido eliminados.
Mueren personas en un accidente; nadie menciona que ha muerto con ellos este u otro talento; esta y otra pasión.
¿Qué queremos buscar más allá de la vida si estando en la vida la hemos estado bastardeando?
Y los supuestos alienígenas, ¿nos pueden dar más de lo que tienen para darnos millones, miles de personas como nosotros?

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